Seguimos con la saga tratando lo sucedido en la pasada convocatoria. Recordamos los temas que vamos a abordar.
En esta entrada hablaremos de posibles condicionantes del aprobado o del suspenso.
Para aprobar un examen, ha de quedar claro, se ha de sacar más de un 5. Esto es evidente. No vamos a intentar rebatirlo. No tiene ningún sentido. Ahora bien, hay cosas que pueden hacer que esto sea más o menos sencillo.
Esta entrada es fruto de nuestra experiencia como academia a lo largo de todos estos años. Todos los casos están basados en personas reales.
En nuestra preparación podemos detectar los condicionantes de los que vamos a hablar para potenciarlo, en el caso de ser positivos, o mitigarlos, en el caso de no ayuden al aprobado.
Podemos destacar tres:
Por si no quedan claras, las desarrollaremos algo más.
Empezamos a preparar la oposición en septiembre de 2015. Desde ese mes hemos tenido un opositor que ha ido recurriendo a nosotros para ayudarle a aprobar la oposición.
En esta última convocatoria lo ha conseguido.
No creemos que sea la mejor opción para conseguirlo, pero si se tienen tiempo y ganas, hay elementos de juicio para creer que al final lo acabaréis consiguiendo.
La oposición tiene sus propias reglas.
Quizá la más evidente es que no tiene sentido en ser un experto en ninguno de los temas. Un experto puede hablar 3 horas seguidas sin ningún problema de su tema, contando cosas muy interesantes en todo este tiempo. Del mismo modo, si se pone a escribir sobre ello, seguramente le salga un libro de no menos de 500 páginas, todas oportunas.
En nuestro caso vale con poder escribir hora y media y hablar 20 minutos. Quieras que no, esto marca mucho la diferencia.
Esta convocatoria hemos tenido un alumno que ha aplicado perfectamente este enfoque. Cuando cantaba con nosotros los temas sus exposiciones no eran para tirar cohetes, pero eran más que dignas. Tanto es así que ha quedado al final en la zona media de la tabla. Quien escribe esto era un mensaje que le repetía con cierta asiduidad y él estaba contento con él. Se trataba de aprobar, al fin y al cabo.
Dentro de un orden, y con todas las salvedades del mundo, en una oposición no hay que salir a ganar. Probablemente, con el empate valga.
Quien se haya enfrentado a una oposición sabe lo extenuante y retador que es. Hay que gestionar la incertidumbre, los miedos y las dudas que pueden surgir a lo largo del proceso que, entre unas cosas y otras, igual se alarga más de un año.
Si no tienes claro que lo vas a conseguir, todo el castillo de naipes puede ir al carajo a poco que sople el viento.
Por si no ha quedado claro, el tener claro que lo vas a conseguir ayuda a “gestionar la incertidumbre, los miedos y las dudas que pueden surgir a lo largo del proceso”. Es decir, no te exime de que haya incertidumbre, miedos ni dudas. Tampoco te va a evitar estudiar muchas horas.
Simplemente va a hacer que veas todo esto de otro modo y lo afrontes con una cierta positividad.
Comentaremos otras tres cosas.
En este punto hay matices evidentes. A una persona que se presenta por primera vez no se le puede poner como obligación llevar todos los temas. Sobre todo, si ha empezado tarde con el escrito.
Ahora bien, para alguien que vaya de segundas, debería ser una de sus prioridades. Puede jugar a la lotería, por supuesto, pero como el coste de fallar es alto, consideramos que mejor ir sobre seguro. Aquí conviene recordar que el coste no es solo tener que esperar un año. También hay que sumar todas las renuncias que se habrán tenido que asumir.
Sobre este tema el redactor de este post tuvo una conversación con una persona que no estaba de acuerdo con este planteamiento. Su argumento era que cada uno tiene unas circunstancias y que no se puede pontificar sobre que, si no es la primera vez que te presentas, hay que llevar todos los temas, dado que quizá la vida no te lo permite.
No puedo dejar de empatizar con lo que esta persona. Pido disculpas si me he explicado mal. Lo único que yo quiero decir es que, como los costes del fracaso son tan altos, conviene intentar minimizar las probabilidades de no poder hacer los exámenes, del modo que sea viable para cada persona.
Alternativamente siempre queda la opción de jugar a la lotería. Solo hay que insistir, insistir e insistir. Algún año habrá que toque el gordo. El único problema puede ser aguantar hasta que eso suceda.
¿Qué valor tiene la experiencia en una oposición? Sobre el papel pudiera parecer que mucha, ya que se ha pasado por la situación al menos una vez y esto debería dar tablas en la parte del proceso que se sufrió y una cierta ventaja en la que no. Veamos qué dicen los números que tenemos disponibles.
En la tabla anterior tenemos cuánta gente se presentó al escrito, lo aprobó, se presentó al oral, lo aprobó y aprobó el caso práctico, con un desglose por si eran o no repetidores en algún grado.
Con el fin de poder sacar alguna conclusión, dividiremos el valor de cada fila por los aprobados del escrito.
Lo que parece que los datos indican es que, una vez superado el escrito, ser repetidor no parece darte ninguna ventaja aparente. De hecho, pudiera parecer que incluso sale más a cuenta no serlo. ¿Cómo puede ser esto?
No tenemos una respuesta concluyente, pero quizá los beneficios de llevar en la oposición más tiempo no compensen los costes asociados.
Ser repetidor tiene ventajas evidentes. Sabes de qué va la cosa y te has mirado ya parte del temario. Sin embargo, también tiene inconvenientes. El mayor pudiera ser echar la vista atrás y tener que aguantar la mirada de tu yo del pasado.
Es algo que hay que gestionar y no se puede asumir que irá todo bien sin hacer nada.
En parte esta es la cruz de la moneda cuya cara es ‘Creer que lo vas a conseguir’.
Si no crees que lo vas a conseguir, lo más probable es que no lo consigas.
Una cosa es ser prudente en tus planteamientos y realista rancio. Aquí nos vemos obligados a enlazar la explicación de Berto de este concepto que apoyamos abiertamente. Bastaría con ver hasta el minuto 20:38, aunque animamos a ver todo el programa.
Puedes ver todos los problemas que pueden surgir, pero hay que ir a muerte con el proyecto. Esto no te garantiza el éxito, pero no afrontar así la oposición sí que te garantiza el fracaso. Salvo que insistas, insistas e insistas.
Como ya hemos dicho, está claro que lo que determina si has aprobado o no un examen es la nota. Este post pretende ir un poco más allá e intentar dar pistas de qué cosas pueden ayudarte a que las cosas vayan bien o penalizarte en tu camino.
A través de nuestra preparación intentamos que no caigáis en malas prácticas y que abracéis las buenas.
Aprobar una oposición no es solo estudiar como un loco. Hay que cuidar otras muchas cosas que no tienen nada que ver con el estudio estrictamente hablando.
Como siempre, puedes ponerte en contacto con nosotros aquí para tratar el contenido de este post o cualquier otro relacionado con la oposición.
Del mismo modo, agradeceremos cualquier comentario que quieras poner a esta entrada o cualquier otra del blog.