Para aquellos que no lo sepan, en la actualidad hay cinco academias que preparan la oposición y tres páginas web que informen sobre ella. Dos academias gozan del prestigio que les da la institución que les da cobijo y que les permite contar con una relativa posición de dominio en el colectivo que representan. Una tercera, de algún modo, es un spin-off de una de esas dos. Las que quedamos, entre las que nos encontramos nosotros, tenemos que convenceros para que confiéis en nosotros empleando otras armas. Nosotros hemos optado por la sinceridad (¿crudeza quizá?) en nuestros argumentos.
¿Y santo de qué viene ahora hablar de tartamudos? Intentaremos explicarlo.
Una de esas páginas web ha colgado recientemente un post realmente interesante sobre cómo afrontar la lectura del examen. De forma muy resumida podríamos decir que en España sólo se nos ocurre una persona que pueda cumplir con todas las recomendaciones que plantean, Arturo Fernández. Por si alguien tiene alguna duda de quién estamos hablando, es este señor.
¿Por qué lo decimos? Porque tiene muchísimas tablas (por la profesión y los años que lleva en ella) y con ellas difícil será que no encandile a quien se le ponga delante, si el texto que tiene que leer es moderadamente bueno. Quitado él, y, quizá, Matias Prats, pocos más habrán. Paco Valladares, recordemos, murió hace años.
A contrario sensu, un tartamudo lo tendría realmente jodido. Puede poner mucho de su parte, pero los nervios, si a todos nos juegan malas pasadas, imaginad lo que le puede pasar a él.
Ahora bien, tenemos buenas noticias. Un tartamudo aprobó la oposición. Esta persona, si lo dicho en esa página web fuese determinante para el aprobado (¡¡aspectos puramente formales!!), lo hubiese tenido complicado. Esa persona aprobó, además, en esa época en la cual las plazas ofertadas no se contaban por decenas como ahora.
Tiene sentido tratar en esta entrada la consigna que parece haberse divulgado por una academia, que, si estás frente al tribunal leyendo al menos 35 minutos, tienes mucho ganado. Nuestra opinión ya la hemos puesto en twitter. Reforzando esta idea, podemos aportar algún contraejemplo más.
¿Cuál podría ser la moraleja de todo lo anterior? Evidentemente, hay que hacer todo lo posible por leer lo mejor que cada uno pueda, pero tampoco nos pongamos la carga adicional que supondría cumplir con todas y cada una de las recomendaciones planteadas. Lo realmente relevante es lo que escribiste.
Todas las recomendaciones que se dan en esa página web son válidas, pero dudamos que a estas alturas del partido le puedan servir a alguien que no ha practicado la lectura durante toda la preparación. Es decir, en ese periodo has tenido que interiorizar todas esas recomendaciones poco a poco. Si no has hecho nada antes del día que te toca leer, date con un canto en los dientes si el tribunal te escucha y entiende un 80% de lo que lees.
Dicho de otro modo, nadie en su sano juicio puede pretender salvar el examen el día de la lectura o el día que le toque hacer el oral. Dicho de otro modo, reto a Arturo Fernández, el de arriba, a que vaya a hacer el examen oral. No dudo que los miembros del tribunal iban a pasar una hora de lo más entretenida, ahora bien, mi sorpresa sería mayúscula si consideraran que se merece el aprobado.
La oposición se aprueba con trabajo constante día a día, semana a semana. Los milagros de última hora pueden aparecer, pero, si no quieres depender de ellos, mejor siembra y, con suerte, recogerás en función de ese trabajo previo.
Por último, tiene toda la pinta de que no se van a cubrir todas las plazas. De este modo, os damos un consejo que vale oro:
intenta no meter la pata en los exámenes, no arriesgues.
¿Has entendido el párrafo anterior? ¿Sí? Enhorabuena. ¿No? Lo sentimos, pero no pretenderás que demos gratis algo tan valioso. Vente con nosotros y te lo explicamos.
Como siempre, puedes ponerte en contacto con nosotros aquí para tratar el contenido de este post o cualquier otro relacionado con la oposición.