En esta entrada comentábamos la diferencia entre exámenes de oposiciones frente a otro tipo de exámenes, como podrían ser los de la carrera o de algún tipo de acreditación, como, por ejemplo, PMP, CISCO o EQE (exámenes convencionales en lo sucesivo).
A modo de resumen, podemos decir lo siguiente: en un examen convencional hay que tener controlado todo el temario porque no se sabe qué te pueden preguntar. En una oposición sabes qué te van a preguntar (las preguntas están en la convocatoria) y hay un tiempo recomendado para desarrollar cada tema (hora y media para escribir un tema del escrito y veinte minutos para cantar un tema del oral).
De este modo, la conclusión parece evidente. No importa el material que te puedan dar en tu academia o que puedas conseguir. Solo tiene sentido estudiar aquello que puedas escribir o cantar en 90 o 20 minutos, respectivamente.
¿Esto es mucho o poco? Hombre, todo depende, pero comparado con lo que uno puede tener en la cabeza que hay que saber para una oposición, quizá sea bastante menos.
Lo único que habría que hacer, una vez que te pasen los textos de los temas, sería comprenderlos y preparar tu relato para encajarlo en el tiempo que tienes disponible. La longitud original de cada uno de ellos debería ser escasamente relevante, ya que, una vez los digieras, solo estudiaras lo que tú determines. El tema original lo puedes ya quemar.
La Academia T.E. se ha ido adaptando a esta circunstancia de tal modo que con nuestra preparación es posible elaborar de una manera ágil el discurso de cada uno. Contamos también con material adicional si uno quiere tener un conocimiento más profundo de cada uno de los temas.